Los vestigios más antiguos de la población se remontan al milenio V a. C. Entre los milenios IV y II alcanzó su mayor esplendor llegando a ser la metrópoli de la fabricación del papiro, que también se distribuía desde su puerto. El nombre de la ciudad perdura en la voz griega «biblion» (libro) y en la palabra «Biblia». También como centro religioso su importancia data de muy antiguo, siendo punto clave del culto a Astarté. Ya los asirios situaban en esta ciudad el mito de Osiris, hermano de Isis, que encontró en ella su sarcófago y lo llevó a Egipto.
Biblos, emporio del comercio del papiro, lo exportaba a Grecia probablemente desde el siglo VII a. C. Ya para el siglo V a. C. parece ser que su uso se había hecho general. El que Herodoto, en su descripción de Egipto, no mencione los papiros es prueba de que éstos eran un fenómeno cotidiano en su país.
Un
becerro de bronce, de 35 cm. de alto, el cual evoca al ídolo herético que hizo Aarón, sacerdote israelita; está recubierto con una capa de oro.
Hecho en el segundo milenio a. C., proviene de la ciudad de Biblos, donde los cananeos lo enterraron con la piedra angular de
un santuario.