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Efraín Aranda Torres

foto Efraín Aranda
(1929)
Semblanza

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Ser abuela
Ser abuela es chocolate,
un cajón con mil tiliches,
un armario con tacones,
diez vestidos en el closet...
un sinfín de tentaciones.

Diez ojitos centellantes
sobre el frasco de bombones,
diez patitas caminando
con bombines y bastones;
diez manitas esculcando y asaltando los cajones.

Una abuela renegando,
pero al fin consecuentando
siete nietos que en el tropel
a su paso van dejando
una casa a componer,
¿y las mamás?... nomás mirando.

No contentos hacen tango;
todos quieren escalar
y se suben a la abuela
pa' ganar un buen lugar.

Hoy los cuentos de abuelita
como que no les entalla,
sólo quieren escuchar
chistes pasados de raya.

La abuela haciendo un balance
se pone a reflexionar:
si la llegada o la ida
le da más felicidad.

Una nieta preguntó: ¿qué se siente ser abuelo?
Ser abuelo tiene hieles,
tiene mieles;
vas sumando tus quereres.
Más amor que puedes dar,
más cariño atesorar
en cada nieto que tienes.

Es impactante saber
tu situación en la vida;
la palabra queda grande
como queda la levita
cuando tu edad es chiquita
o te sorprende el gendarme.

Después del segundo nieto
te empiezas a aclimatar,
como que el saco te queda
y ya sin refunfuñar.

Te repites a ti mismo
y te ves en el espejo
razonando sin cesar:
"soy muy joven para esto,
ser abuelo no es ser viejo,
tan solo el nombre cambiar".

Ya acostumbrado a tu mote
ahora viene aceptar
que te digan «abuelito»,
«papá grande» o «tata Juan»;
ya se gastaron las hieles...
las mieles pronto vendrán.

Ser abuelo es algo nuevo
que empiezas a disfrutar,
como cuando fuiste padre
y te debes enseñar;
aunque es más fácil abuelo,
te basta con recordar.

Es más padre que ser padre,
y menos responsabilidad.

El abuelo siempre era:
bigotes a la borgoña,
la barba toda crecida,
la pipa siempre encendida,
un reclinable en la sala,
y todo misterio su vida.

Ahora ves al abuelo
con rasurada mejilla,
caminando en bicicleta
o recorriendo la milla,
sus nietos en escuadrón
y un reloj que nunca oscila.

Ser abuelo es disfrutar
a los nietos en domingo,
si los pones a asolear,
de comer a reventar
y un balón para patear.
En la noche vomitando,
los calzones escurriendo
y no los tienes que lidiar.

El abuelo siempre tiene
algún refrán ya vivido,
que el nieto recordará
y de menos salvará
un tropezón conocido.

Ser abuelo no es parar;
ser abuelo es caminar,
menos piedras los caminos
y otros volver a pasar;
pero seguir caminando
y caminando llegar.

Ser abuelo no es la muerte;
te cambiarás de vestido,
caminarás por el cielo
y seguirás siendo abuelo,
más abuelo, más abuelo
más abuelo y más abuelo.

Semblanza
Efraín Aranda Torres nació a principios de 1929, en León, Guanajuato. Médico ortopedista, profesión que ha sido su pasión durante muchos años, junto con sus otras pasiones: su familia en primer lugar, la poesía, el frontenis y la colombofilia.

El doctor Aranda elogia, mediante el poema Ser abuela, a todas las abuelas del mundo, donde brinda amorosamente el significado de este gran ser, pilar de generaciones enteras. "Las abuelas han sido, por generaciones, pilar de familias y ejemplo de hijos y nietos".

Ahí mismo habla de cinco nietos, pero para 2012 contaba ya con quince y 5 bisnietos. Ha publicado siete libros de poesías y, al parecer, está preparando una antología de ellos, así como un octavo libro.

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