Literatura y algo más - Un oasis cultural en la Red

Un "picicatto" de lluvia
desciende sobre el clarín.
Trompas y oboes pintan
olas color carmín.

Un azul violín danza
piruetas de arlequines,
un corno inglés traza
caminos de trompetines.

Un río de sinfonía
me lleva a tu universo,
cataratas infinitas
arpegios de tu recuerdo.

Blancas nubes de tambores,
estallidos de brillantes.
Fluye silenciosa el agua
por mi alma y mis albores.

Río del tiempo que pasa,
túnica de seda verde,
cada gota es un acorde,
arpegios de mi esperanza.

Torbellino musical que
me llevas en tu ensueño;
ahora un remolino blanco,
ahora un cálido recuerdo.

La luna blanca sonríe
con violines de plata,
y mil dorados flautines
destellos de mi esperanza.

Suaves olas del arpa,
perlas doradas del alma,
azul jardín de mi sueño,
sueño de tu añoranza

Clarín, trompetas y oboe,
amigos del mundo entero;
violines presurosos
"corre, que llegamos, corre".

Entre doradas corrientes,
entre trompas escarlatas,
frágiles rutas del futuro,
arpegios de mi esperanza.

Polka de oboes y flautas,
sobre las rocas del tiempo,
encima del raudo viento,
que extiende sus amplias alas.

Abro mi ventana al viento,
música de tu añoranza.
Con ellos te doy mi aliento,
arpegios de mi esperanza.

Menorca, diciembre 2003.

Poema escrito en el libro

Deseo enjugar tus lágrimas
con mi cálido y alegre viento,
para llevarte en mis alas
muy, muy lejos, al firmamento.

No llores brillante estrella,
no llores en tu tormento.
Tu luz es claridad infinita
del Sol que está en el cielo.

Enero, 2004

I want to wipe your tears
With my hot and happy wind
To go to you in my wings
Much, much far, to the firmament.

Do not weep for brilliant star,
Do not cry in your anguish
Your light is an infinite clarity
Of the Sun that is in the sky.

Me he asomado a mi ventana
atraído por el sordo grito de la calle.

He descubierto un pequeño escenario
con un decorado de casas tristes y asfalto gris,
en el que numerosos seres se mueven con rapidez.

Seres solos, oscuros,
apresurando el paso de su ensimismamiento,
cascos negros y brillantes sobre libélulas impacientes.
He tratado de escuchar.
Parece que hablen entre ellos.
He abierto mi ventana para escuchar sus voces
pero he oído un inmenso vacío blanco.

Los seres parecen personas sin oídos,
que gesticulan con las manos y mueven los labios.
He ido a su encuentro.
Les he mirado a sus ojos y he visto una nube de indeferencia.
Otros, los más pequeños, sí tenían luz en sus miradas limpias.

He bajado al trepidante tren subterráneo
lleno de los mismos seres oscuros y solos.

En la redonda plaza en la que se cruzan los caminos
los músicos ambulantes sonaban en el silencio.
Ráfagas de luz cálida he visto en los ojos de los seres solos.