A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos. No sé qué tienen la aldea Ni estoy bien ni mal conmigo, Entiendo lo que me basta De cuantas cosas me cansan Él dirá que yo lo soy, La diferencia conozco O sabe naturaleza "Sólo sé que no sé nada", No me precio de entendido, No puede durar el mundo, Señales son del juicio Dijeron que antiguamente En dos edades vivimos ¿A quién no dará cuidado, |
Todos andan bien vestidos, y quéjanse de los precios, de medio arriba, romanos, de medio abajo, romeros. Dijo Dios que comería y algunos, inobedientes Virtud y filosofía Dos polos tiene la tierra, Oigo tañer las campanas Mirando estoy los sepulcros, ¡Oh, bien haya quien los hizo, Fea pintan la envidia, Sin libros y sin papeles, Sin ser pobres ni ser ricos ni murmuraron del grande Con esta envidia que digo |
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado, y cuántas con vergüenza he respondido, desnudo como Adán, aunque vestido de las hojas del árbol del pecado! Seguí mil veces vuestro pie sagrado, Besos de paz os di para ofenderos, hoy, que vuelvo con lágrimas a veros, |
Un soneto me manda hacer Violante, y en mi vida me he visto en tanto aprieto; catorce versos dicen que es soneto, burla burlando van los tres delante. Yo pensé que no hallara consonante Por el primer terceto voy entrando, Ya estoy en el segundo y aún sospecho |
Su obra, en conjunto juvenil y cordial, tiene un gran valor poético, conseguido con un estilo natural y sencillo. Algunas de sus obras: Fuente ovejuna, Peribáñez, El caballero de Olmedo, La buena guarda, El acero de Madrid, La siega, Rimas humanas, Rimas sacras, La Gatomaquía, La Arcadia y La Dorotea.